Morpheus by David Silvestre

autor:David Silvestre [Silvestre, David]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Tragedia
editor: EbookDigital
publicado: 2015-04-05T00:00:00+00:00

* * *

1 Nereo: era el hijo mayor del Ponto (Mar) y Gea (la Tierra)

2 Heracles: hijo de Zeus, encadenó a Nereo para que le indicase la ruta hacia el Jardín de las Hespérides.

3 Hespérides: huerto mitológico de Hera.

4 Agamenón: héroe de la mitología griega.

5 (Génesis 28,11-19)

10

MUERTE EN LA NOCHE

En la alcoba de la mansión de lord Blackwood, Burton secuenciaba la grabación tomada en la madrugada en que lady Olivia fue atormentada en su lecho, por aquel misterioso ente, una y otra vez arqueándose sobre el respaldo de su silla, con mirada introvertida, Burton trataba de transcribir en su diario de anotaciones la pista de audio registrada en la computadora de ultrasonidos.

—Es una lengua muerta, ¿la escucháis? —se volvió hacia Mortimer que empalideció al oírla, era un susurro que le erizó el vello, como un lamento largo que se entrecortaba—. Están llenas de odio, consumadas por el mismo demonio. Es la misma frase, repetida una y otra vez, como un extraño conjuro. Pero ¿dónde habré escuchado esta voz antes? He anotado sus palabras, pero no las pronunciéis —le pasó un papel en borrador Burton—, quién sabe lo que ese lenguaje puede deparar.

Mortimer leyó el papel tembloroso y casi sin articular palabra.

—Parece una maldición, ¿de qué os puede valer esto? —le planteó Mortimer.

—Es un embrujo enloquecedor, no sabemos qué se cuece en su interior, en las lóbregas entrañas del inframundo, bajo las afiladas aristas del pensamiento oprimido, sus sombras y sus dagas, aquellas en las que nadie indaga, donde la voluntad escapa en su más soterrado desvelo, enmudeciendo con el más paupérrimo jadeo —recalcó Burton, trabajando en descifrar sobre su diario aquel galimatías—. Lo que me figuraba, es tan hermético como el fuego filosofal.

Burton dejó el vaso de agua sobre la tapa de polipiel de un escritorio estilo inglés, acompañado de una butaca orejera con respaldo de fibra vegetal y un cojín floral, en la mesa habían apilados algunos ejemplares de antiguos diccionarios de lenguas antiguas y muertas, también destacaba una lámpara de latón barnizado en madera de nogal, en la pila de libros surgían algunas fotos familiares enmarcadas en madera de raíz con marquetería de boj y paspartú, junto a una cigarrera de alpaca labrada y otra más pequeñita de plata, también aparecían un sinfín de papeles manoseados y desordenados escritos a máquina, con erratas y tachaduras sobre una escribanía de piel, allí tampoco faltaban un lujoso portasobres, una buena pluma estilográfica y un tintero clásico, justo en su borde surgía un termo de café en acero inoxidable, azucarera y lechera, y un par de tazas la cuales habían sido utilizadas no hacía mucho.

—Si no es de este mundo, ¿cómo pretendéis descifrarlo, venerable Burton?, es imposible. No os abruméis.

—«Fuego, azufre y mercurio». He desentrañado estas tres inaudibles palabras, pues hay partes en latín aunque no lo creáis, son tres elementos principales de la alquimia, partes esenciales, pero hay una cuarta que desconozco, el número y variedad de los valores fonéticos que pueden tener estos signos se asemejan mucho al sumerio, y el de varios posibles logogramas, que me dan qué pensar.

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